El dolor de tobillo puede deberse a diversas causas relacionadas con lesiones en cualquiera de los huesos, tendones y ligamentos. También puede estar relacionado con enfermedades crónicas como la artritis que puede también puede provocar molestia en el tobillo.
En POR UNA VIDA ACTIVA vamos a ver en qué consisten las principales lesiones que afectan a esta articulación, las causas más frecuentes y los síntomas que presentan.
Articulación del tobillo ¿Cómo es?
Para hablar de las lesiones y patologías del tobillo más frecuentes debemos conocer su anatomía.
Huesos del tobillo:
El tobillo es una articulación formada por tres huesos:
- El peroné.
- La tibia.
- El astrágalo.
Los huesos peroné y tibia forman una bóveda en la que encaja el astrágalo. Esta estructura permite que podemos realizar el movimiento de flexo- extensión con el tobillo. Es decir, el movimiento de giro de delante hacia atrás con el pie.
Sin embargo, evitan que podemos hacer un giro en sentido lateral completo, pero sí el inicio del movimiento.
El hueso astrágalo está apoyado sobre el hueso del talón, que se llama calcáneo. En esta zona de soporte de los talones se apoya el peso corporal, por lo que soportan grandes fuerzas y proporcionan estabilidad.
El astrágalo cuenta con un apéndice en la parte posterior que, con frecuencia, está implicado en lesiones deportivas. El motivo es que este apéndice puede chocar con la parte posterior de la tibia al realizar movimientos bruscos, como cuando se chuta un balón.
Este roce puede ocasionar que el apéndice del astrágalo se rompa, lo cual provoca dolor y la necesidad de retirar el fragmento roto mediante una operación quirúrgica.
Este apéndice suelto también puede deberse a una variante anatómica llamada trigonum de astrágalo, que cuesta diferenciar de la fractura.
Desde el astrágalo hasta los dedos se encuentran el escafoides (en la parte interna) y el cuboides (en la parte externa).
Los metatarsianos del pie presentan una base casi plana y unas cabezas esféricas que permite que se articulen las primeras falanges de los dedos.
Ligamentos del tobillo:
Para que los huesos se mantengan cohesionados y no se separen, la articulación cuenta con ligamentos.
Estos ligamentos juegan un papel clave impidiendo el desplazamiento y la luxación del tobillo a la vez que permiten que se realizan determinados movimientos.
La cápsula articular es uno de los complejos más importantes. Esta cápsula envuelve la articulación y crea un espacio cerrado con una finalidad estabilizadora.
- Ligamento lateral externo:
Este ligamento se ancla al astrágalo y el calcáneo sujetando el tobillo por el lateral.
- Ligamento deltoideo:
Este ligamento también ofrece sujeción y estabilización en la parte lateral interna del tobillo.
- Ligamento sindesmal:
Al ligamento sindesmal también se lo conoce como ligamento tibioperoneo ya que une la tibia y el peroné en la parte anterior con función estabilizadora. Su rotura acarrea muchos problemas ya que presenta una cicatrización muy lenta y puede dejar secuelas como la inestabilidad de tobillo y dolor, lo cual puede obligar a intervenir quirúrgicamente.
En la parte posterior del tobillo también existe una red de ligamentos cuya función es unir la tibia y el peroné. Uno de estos ligamentos es el transverso.
Músculos del tobillo:
Los músculos extrínsecos del pie están situados en la pierna, pero permiten el movimiento mediante tracción – al tirar de los huesos de tobillo y pie – y realizando los siguientes movimientos:
- Flexión dorsal.
- Flexión plantar.
- Inversión.
- Eversión del pie.
Los músculos intrínsecos del pie están situados en el mismo pie y permiten los movimientos de:
- Flexión.
- Abducción.
- Aducción.
- Extensión.
Los llamados flexores plantares son músculos que permiten la flexión plantar, es decir, el movimiento del pie hacia atrás y hacia abajo. Estos músculos se sitúan en la parte posterior de la pierna (la pantorrilla) y son los gemelos, el sóleo y el talón de Aquiles.
Cuando levantamos el pie hacia arriba intervienen los flexores dorsales, unos músculos situados en la cara anterior de la pierna. Los flexores dorsales son el tibial anterior, el peroneo anterior y el extensor.
Junto a los metatarsianos se encuentran las denominadas 3 cuñas del pie donde se insertan los músculos inversores y eversores del pie.
Otra estructura muy importante en la anatomía del pie es la aponeurosis plantar. Esta estructura está formada por el suelo de la bóveda plantar y la porción inferior del calcáneo. Cuando se inflama da lugar a la fascitis plantar, que causa dolores y molestias que pueden llegar a resultar incapacitantes.
Lesiones del tobillo más frecuentes
Las lesiones en cualquiera de los huesos, los ligamentos o los tendones del tobillo y varios tipos de artritis pueden provocar dolor de tobillo. En POR UNA VIDA ACTIVA vamos a ver algunas de las causas más frecuentes del dolor de tobillo:
Dolor de tobillo por variantes anatómicas:
Con frecuencia, la anatomía del tobillo y pie puede estar alterada. Esto da lugar a alteraciones en los ejes y puntos de apoyo. Con el tiempo, están alteraciones anatómicas pueden provocar sobrecargas, lesiones y dolor:
- Pie cavo:
El pie cavo es un pie que presenta una bóveda externa con demasiada concavidad, por lo que no llega a tocar el suelo.
- Pie plano:
El pie plano es el caso contrario: la bóveda plantar está hundida y el pie presenta una deformidad debido a la cual apoya la porción interna. Por ello se produce la característica “huella plana”. Existen cuatro grados de pie plano y será más pronunciado cuanto mayor sea el grado.
- Pie equino:
El pie equino consiste en una flexión plantar exacerbada y forzada. Como consecuencia, el talón se encuentra levantado y el pie verticalizado.
- Pie zambo:
El pie zambo es una afección congénita, por lo que está presente desde el nacimiento. Involucra a los pies y a la parte inferior de la pierna y ocasiona que el pie se curve hacia adentro y hacia abajo. Es decir, es la asociación de un pie cavo-quino-aducto.
- Desviaciones de los dedos:
Existen diferentes tipos de deformidades y desviaciones de los dedos o metatarsianos:
- Dedos martillo.
- Exostosis.
- Hallux valgus.
- Etc.
Cuando causan dolor, normalmente, se recurre a un tratamiento conservador con plantillas y ortesis. Sin embargo, cuando la deformidad está avanzada, causa mucho dolor o es limitante, se puede recurrir a cirugía.
Tendinitis de Aquiles
La tendinitis de Aquiles o tendinitis aquílea es una lesión que se produce por una sobrecarga en el tendón de Aquiles.
El tendón de Aquiles conecta los músculos posteriores de la pierna (pantorrilla) con la parte inferior de la pierna y el hueso del talón.
En deportistas, la tendinitis aquílea es frecuente en corredores que aumentan de manera repentina la intensidad o duración de los entrenamientos.
También es frecuente en quienes practiquen deporte de manera puntual, sin estar habituados. Un ejemplo son los que practican pádel o tenis solo los fines de semana.
Esto se debe a que la tendinitis de Aquiles aparece por haber sometido al tendón de Aquiles a una tensión repetitiva e intensa
El tendón de Aquiles se debilita con la edad, lo cual provoca que una persona mayor sea más propensa a lesionarse, especialmente en personas que no llevan un plan de entrenamiento adecuado y progresivo.
Los síntomas de la tendinitis aquílea son dolor leve en la parte posterior de la pierna tras hacer deporte o algún ejercicio (como subir escaleras). Si el dolor empeora es importante recurrir al médico para evitar un problema más grave en el paciente como un desgarro o rotura del músculo.
Rotura del tendón de Aquiles
El tendón de Aquiles es una fuerte estructura fibrosas. Al estirarlo de manera excesiva, se puede producir un desgarro o rotura. La gravedad depende de si esta rotura es total o parcial.
El desgarro cursa con un chasquido o sensación de haber recibido un golpe en la pantorrilla, seguido de un dolor agudo en la parte trasera de la pierna, entre el tobillo a la pantorrilla. Puede darse hinchazón cerca del talón.
Este dolor puede ser limitante e impedir que camines con normalidad. Aunque en ocasiones se requiere cirugía, también existen tratamientos no quirúrgicos como primera opción.
La rotura del talón de Aquiles es frecuente cuando aumentamos la intensidad sobre la zona de manera repentina, sobre todo en deportes que impliquen saltar.
Fractura por avulsión
Las fracturas por avulsión ocurren cuando un ligamento o tendón arranca un fragmento del hueso al que están conectados. Además del hueso, también puede dañarse el ligamento o tendón.
Este tipo de fracturas es frecuente en deportes de impacto – como el fútbol americano – o cuando realizamos un movimiento o giro repentino – como en el futbol o el pádel -.
En general, además de por impacto, puede darse al realizar movimientos de chute, salto, de aceleración o desaceleración rápida.
Las fracturas por avulsión provocan un dolor repentino en la zona de la fractura y se diagnostican mediante una radiografía.
Cuando la fractura es pequeña se trata con aplicación de frío local y descanso. En ocasiones, puede ser necesario inmovilizar la zona con una férula o yeso. La recuperación puede llevar de 6 semanas a 6 meses.
Cuando el fragmento del hueso es grande o cuando el tendón o ligamento se ha separado mucho, puede ser necesario operación.
Bursitis de tobillo:
La bursitis de tobillo es una inflamación de la articulación, concretamente de la bursa del tobillo.
La bursa es un saco que está lleno de líquido para servir como amortiguación o “colchón” entre un tendón y un hueso.
La bursitis de tobillo puede darse por una lesión directa en el tobillo.
También puede darse por sobrecarga al correr o caminar durante mucho tiempo, hacer ejercicio en superficies desniveladas o usar un calzado que no ajuste bien.
Algunas enfermedades como infecciones bacterianas, artritis reumatoide o gota pueden ocasionar bursitis en el tobillo.
Los síntomas de la bursitis de tobillo son dolor y sensibilidad en la parte trasera del tobillo, dificultar para caminar y rigidez. La piel del talón se encuentra enrojecida, tibia al tacto e inflamada.
Para diagnosticar la bursitis de tobillo puede ser necesario una analítica o un cultivo para descartar la infección como causa. Las pruebas diagnósticas más comunes son la radiografía y la imagen por resonancia magnética (IRM).
Fascitis plantar:
La fascitis plantar es una de las causas más comunes de dolor en pie y tobillos. Se produce por inflamación del tejido de la planta del pie que conecta los dedos de los pies con el hueso del talón.
Es un dolor agudo y punzante que aparece en los primeros pasos de la mañana y se reducir con el movimiento. No obstante, reaparece al estar mucho tiempo de pie o cuando nos levantamos después de haber estado sentados.
La fascitis plantar es más común en corredores, personas con sobrepeso o que usan zapatos de tacón.
Otras lesiones frecuentes que causan dolor de tobillo:
- Gota (artritis relacionada con el exceso de ácido úrico).
- Osteoartritis (enfermedad que causa el deterioro de las articulaciones).
- Artritis reumatoide (enfermedad inflamatoria de las articulaciones).
- Esguince o distensión de tobillo.
- Fracturas por sobrecarga.
- Síndrome del túnel tarsiano.
- Afecciones de cartílago.
Factores de riesgo que predisponen al dolor de tobillo
Existen factores que predisponen a sufrir dolor en el tobillo:
- Edad:
Los problemas articulares y musculares son mayores a medida que envejecemos.
- Anatomía del pie:
Si presentas alteraciones en la anatomía del pie, como las que hemos visto, tienen mayor predisposición a sufrir dolores.
- Condiciones de entrenamiento:
La predisposición a sufrir dolor de tobillo es mayor en clima frío y cuando se entrena en una superficie desnivelada, como el terreno montañoso.
- Calzado:
Si el calzado está gastado, es inadecuado o no se ajusta bien al pie, aumentas la probabilidad de sufrir lesiones de tobillo.
- Patologías previas:
Las personas con psoriasis, artritis o artrosis tienen mayor predisposición a sufrir dolor en el tobillo.
¿Cómo reducir el riesgo de sufrir dolor de tobillo?
Existen una serie de pautas que te ayudarán a reducir el riesgo de sufrir dolor de tobillo.
- Realiza ejercicios de fortalecimiento y estiramiento de pantorrilla en tu sesión de entrenamiento.
Fortalecer y estirar los músculos implicados en la articulación del tobillo y de la pantorrilla es clave para prevenir lesiones:
- Cuando termines tu rutina de entrenamiento, realiza ejercicios de estiramiento.
- Estira la pantorrilla hasta que notes tirantez (sin dolor).
- No hagas rebotes.
- Realiza ejercicios variados: alterna los ejercicios de alto impacto (correr, saltar…) con lo de bajo impacto (caminar, nadar, bicicleta…).
- Elige superficies niveladas.
Evita terrenos irregulares o desnivelados para entrenar que aumentan el riesgo de sufrir esguinces y otras molestias. También debes evitar superficies muy duras o resbaladizas.
- Utiliza la equipación adecuada.
Usa un calzado adecuado para el deporte que practiques, que tenga buen ajuste y amortiguación. Si entrenas en climas fríos, utiliza ropa de abrigo.
- Programa tus entrenamientos.
Organiza tus entrenamientos para aumentar la carga e intensidad de manera gradual. El aumento de la duración, distancia y frecuencia de tu entrenamiento debe ser progresivo para evitar lesiones.
Alivio del dolor de tobillo
Si el dolor se debe a una lesión aguda (producida en las últimas 48 horas) aplica la regla RICE:
- Reposo.
- Aplica frío de manera local.
- Utiliza ortesis o vendas de compresión.
- Mantén la pierna elevada.
Si han pasado más de 48 horas desde la lesión o es un dolor crónico, aplica calor y antinflamatorios para aliviar el dolor.
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